Diario de un día en Arthur Holm
08.00h: Mmmmm, ¡qué sueño y que frío hace fuera! Por suerte aquí me encuentro a gusto. Al calor de las estufas se añade el calor de los buenos días de mis compañeros: profesionales excelentes que disfrutan con lo que hacen, que construyen cada producto con un cuidado y un esmero exquisitos, que dejan en cada pedido su huella particular, un pedacito de su alma.
10.00h: Soldaduras, ensamblajes, ajustes y más ajustes. Debemos conseguir que todo funcione con la precisión de un reloj suizo. ¡Hay un ruido extraño! ¡Jordi, Sergi! ¡SOS, control de calidad! ¡No, no! Trabajamos en equipo y al final siempre lo logramos. ¡Ahora! ¡Ahora está perfecto! Puedo ir a desayunar con la satisfacción de que todo va según lo previsto. Entregaremos según la planificación. ¡Bien!
11.00h: ¡Qué bien me ha sentado ese café! Y siempre es agradable comentar la jugada con los colegas. Quince minutos de lujo para desconectar y recargar pilas. Y de nuevo: preparación, ensamblaje, ajuste y verificación. ¡Vamos!
13.00h: Las horas pasan volando aquí. Será porque me gusta este trabajo y porque requiere toda mi atención. Cada lote de producción conlleva un sello personal: el logotipo del cliente, funcionalidades específicas, un acabado diferente. ¡Si algo tiene este trabajo es que nunca te aburres! ¡A comer!
15.00h: ¡Aquí estamos de nuevo! Siempre surgen imprevistos, pero al final todo tiene solución. ¡Seguimos!
17.00h: Suena el timbre. ¡Lo logramos! Hora de ir a casa, tiempo para mí y para los míos. He estado pensando… Tengo un par de ideas para mejorar uno de los procesos. Mañana a primera hora voy a sugerirlas, puede que nos ayude a ganar productividad.
Me despido de todos y salgo a buscar mi coche. Ya está oscuro y fuera hace frío.
¡Gracias!
(Anónimo)